¿Qué piensan las personas cuando escuchan la palabra cáncer? Es la pregunta que se hizo Diego Jimbo antes de desarrollar, junto al resto de miembros fundadores de FUPEC, la propuesta para que los mismos pacientes con cáncer sean quienes tejan sus pelucas y recuperen su cabello.
Sobre un telar artesanal hecho con una base de madera, dos enormes clavos y un fino croché, Rocío Rivera teje una peluca. No conoce el rostro de la persona que la usará, ni su voz, ni sus anhelos, pero de algo está segura: “le devolverá la autoestima y las ganas de vivir”. A ella le sucedió algo parecido cuando volvió a tener cabello, dice. Hace un año y cinco meses le detectaron cáncer de hígado y hace ocho meses, recibe terapias psicológicas. Parte de estas terapias se resumen en actividades que parecen sencillas, como tejer pelucas cada martes. Aprendió hace poco. Hoy, es una experta.
Los miembros de la Fundación de Familias Unidas por los Enfermos de Cáncer, FUPEC, le apostaron a la confección de pelucas como un plus al tratamiento psicológico de sus pacientes. Según Diego Jimbo, en los siete años de actividad de la fundación, se han entregado 700 pelucas, es decir, un promedio de 100 pelucas por año.

“Al principio, la intención fue donarlas y punto. Luego, se convirtió en un proceso de apoyo psicológico en el que la peluca representa solo una pequeña parte de estas actividades ocupacionales”, asegura Jimbo mientras explica “la manía” de la sociedad de relacionar al cáncer con la muerte. “Cuando estos mechones de cabello vuelven a la vida, el concepto cambia”, enfatiza emocionado.
Mientras desenreda un segundo mechón de cabello lacio y negro, Rocío asiente con la cabeza ante el argumento de Diego y le interrumpe. Al arrancar la conversación, ella luce su peluca negra, lacia y larga. Más tarde, agarra confianza y se la quita como un acto de liberación doble: escapar del calor de la mañana y ya no le importe en lo absoluto las miradas de las personas.
“Me hace mucho calor usarla. La verdad prefiero mostrarme tal y como soy (o estoy); con poquito cabello, pero cómoda”, dice con una actitud tan positiva que provoca asombro y hasta un poco de incredulidad. Con croché en mano, la paciente explica que esto de las pelucas “no es cualquier cosa”.
“Son personalizadas”, indica, “quien la requiera, puede solicitar la longitud y el peinado que deseé para su nuevo cabello”. Lo explica con la emoción de quien sabe, que lo que está creando le devuelve algo a alguien.
FUENTE: https://www.eltiempo.com.ec/noticias/cuenca/2/terapia-reparar-autoestima